viernes, 29 de julio de 2011

"El Viaje" de Charles Baudelaire (1821-1867)

I
Para el niño, amante de mapas y grabados,
el universo es igual a su inmenso apetito.
¡Ah, qué grande es el mundo a la luz de las lámparas!
¡qué pequeño es el mundo a los ojos del recuerdo!


Una mañana partimos, con el cerebro en llamas,
el corazón henchido de rencor y de amargos deseos,
y, al ritmo de las olas, vamos
meciendo nuestro infinito en la finitud de los mares:
 


unos, felices por salir de una patria infame;
otros, por huir del horror de sus cunas, y no faltan
astrólogos ahogados en los ojos de una mujer,
la tiránica Circe de peligrosos perfumes.1

 
Para no ser convertidos en animales, se embriagan
de espacio, de luz y de abrasados cielos;
el hielo que les muerde y el sol que les broncea,
van borrando despacio la señal de los besos.

 
Pero los verdaderos viajeros son sólo los que parten
por partir; corazones ligeros, iguales a los globos,
que nunca se separan de su fatalidad,
y, sin saber por qué, dicen siempre: ¡Adelante!

 
aquellos cuyos deseos tienen forma de nubes,
y que sueñan, como sueña el recluta con el cañón,
con inmensos deleites, ignotos y cambiantes,
¡que el espíritu humano nunca supo nombrar!

 
1-Hermosísima hechicera que moraba en la isla Era, que transformó en cerdos a los compañeros de Ulises.


Fuente: http://www.siempredeviaje.com.ar/Baudelaire/principalbaudelaire.htm